Carlos se despierta, aun se siente mareado, no recuerda muy bien lo sucedido, lo primero que ve son unos preciosos y redondos senos que se refriegan salvajemente en su rostro, el se sonríe y los lame apasionadamente, siente el deseo de acariciarlos, de abrazarlos, de poseerlos pero se da cuenta que esta atado de manos, descubre que no pude salir de tan envidiable situación entonces decide besarlos, lamerlos, mordisquearlos, las caricias de esa preciosa y voluptuosa mujer en sus partes nobles hace que una erección endemoniada no tarde en aparecer; es tal vez el mejor despertar de su vida, se siente eyacular cuando la voz ronca de un hombre lo hace reaccionar.
- ¡Con que muy pipicontento malparido!
La rubia despampanante se aleja, y deja ver a Carlos desnudo, de pie, atado de pies, manos y cadera ante una extraña maquina de tortura; dos tipos mas en la habitación sonríen y tensan un cable de electricidad pelado; a la altura de los genitales justo debajo de la aun temblorosa erección.
- Te sugiero desgraciado que te concentres en los hermosos senos de Bridgit, y en esta hermosa pájara, no sea que se te caiga y los 220 voltios atraviesen tu desgraciado miembro pringon.
Carlos tembloroso mira la escena y decide hacer exactamente lo que el viejo le aconseja.
- por dios… que es esto dios mío? están locos, suéltenme, déjenme salir.
Carlos comienza a gritar alarmado entonces es fuertemente amordazado en la boca.
- salir gran malparido? mírame bien, no me reconoces?
Carlos hace un primer esfuerzo pero no logra reconocerlo, lo mira detenidamente y al fin logra identificarlo, es don Álvaro, el papa mafioso de la chiquilla de quince años a la que le quito la virginidad exactamente una semana antes, es allí en ese preciso momento que comprende la situación y es en ese instante que su erección pierde varios grados y se pone a dos centímetros del cable pelado color cobre, en la sala todos sonríen ante el cambio de actitud del joven gigoló, Carlos se concentra entonces en el perfecto torso de Bridgit, ella se contonea como una víbora, se acaricia sus gigantes pechos, todos en la sala la observan, uno de los guardaespaldas que es moreno se acaricia.
- vamos muchacho, muéstrame que tanto puedes sostener esa erección.
tan solo cinco minutos mas y desconecto la maquina.
Por la mente de Carlos pasan los mas libidinosos momentos de su corta vida sexual, pasan las primeras imágenes de esa revista sueca con una mona idéntica a la que observa en ese momento llamada Tania fox, recuerda su vecina y como se masturbaba atreves de la venta de enfrente segura de que el la estaba observando, recuerda los primeros momentos con ella, incluso en algún momento alcanza a pensar en Camila la hija de don Álvaro, ere realmente un ángel. Mientras observa a Brdgit piensa que cuatro minutos mas y esta al otro lado, si es que realmente don Álvaro es un hombre de palabra, recuerda que una noche duro tal ves mas de una hora con una erección que le dejo con un terrible dolor de huevas bastante fuerte viendo una película de unas niñas de Envigado en compañía de sus amigos, tres minutos que restan puede ser fácil si se concentra, se sonríe mirando coquetamente la mozuela de don Alvaro
- vamos nena vistete, hagámosle esta mitad algo mas difícil.
El susto parece apoderarse de Carlos, la adrenalina que atraviesa por su cuerpo parece afectarlo
Piensa, desea, se esfuerza por mantenerla y la recupera cierra los ojos pues no necesita mirar, tiene bien grabada en su memoria el objeto del deseo, sabe bien que la cintura delgada, las caderas anchas y los bustos voluptuosos, los pezones rosados y erectos, son su debilidad, lo que hace en ese momento es con esa finalidad, volver a poseerlos, penetrar una jugosa y húmeda vagina igualmente rosada sin un solo pelo como la de Camila, ha, Camila, un minuto mas y todo parece solucionarse, todo va bien cuarenta segundos mas, treinta y nueve…,
- Treinta segundos mas muchacho y te salvaras: por cojonudo
La voz ronca hace que Carlos se desconcentre, hace que involuntaria mente abra sus ojos, y las nalgas blancas, peludas, caídas y desagradables de don Álvaro se graben en la memoria de Carlos como una ultima y horrenda fotografía, y splash…
